Pasión
por la Semana Santa, pasión por los días de vacaciones, por la
primavera, pasión porque por fin, tienes unos días de descanso del
"ajetreado trabajo", pasión por visitar o porque te visitan los tuyos,
porque puedes aprovechar la ultima oferta de la agencia de viajes para
ir a "ese lugar deseado", pasión por acompañar a esa cofradia de tu
devoción "de toda la vida", pasión por las aglomeraciones de personas y
largas horas de espera en "ese lugar especial", para ver el paso de la
famosa Hermandad, pasión en los atascos y en las carreteras y pasión al
fin, la que sufres porque quizas no tienes ilusión, trabajo, pareja,
amigos verdaderos...
Y
al llegar de la Primavera, en nuestras ciudades y en nuestros pueblos,
vaciamos las iglesias y llenamos las calles de imagenes de Santos, de
flores, de oraciones, de bandas de musica, de saetas, de pasión y
nuestra vida se convierte en Procesión.
En
una semana, lo Sagrado, se libera de su encierro anual y en las calles
el fervor Popular, disfruta del Color, del Arte, del olor a incienso y
azahar y representamos de esta manera, todas las personas, costaleros,
nazarenos, hermanos mayores o menores, mujeres y hombres, niños y
ancianos, el Drama de la Pasión del Maestro, el que vino a enseñarnos
"Mi Reino no es de este Mundo" y que todos somos hijos de Dios.
Si
en el Invierno celebramos la representación del nacimiento del Cristo,
que llega como una chispa de luz en la oscuridad de la noche, esa chispa
se convierte en una poderosa luz que disipa las tinieblas en la
Primavera y ese impulso, renueva con la Ley del Amor, la promesa que
todos esperamos que se cumpla, llenando de esta forma todos los espacios
con su ESENCIA, de tal manera que en la Tierra es igual que en el
Cielo, como ha sido siempre.
¿Pero hasta cuando vamos a necesitar del Ritual anual?.
conmueva nuestra Alma, o tal vez sea nuestra dormida personalidad humana .
¿Cuándo vamos a entender el Mensaje y lo vamos a vivir en nuestra propia vida?.
Quizás es que, queremos seguir atados al Ritual y seguir recordando las escenas de dolor y muerte.
¿Cuando vamos a aceptar la Vida con alegria y apartar de nosotros el dolor y el miedo a la muerte?.
Más
vale comprender y actuar en nosotros mismos, aceptando de una vez por
todas nuestra responsabilidad, sin aplazar más veces, nuestro esfuerzo
para crecer, para liberarnos, sin esperar que "alguien" lo haga por
nosotros ¡CRISTO! , pues él dijo: ¡ Toma tu cruz y sígueme !.
Pero
Cristo, no dijo en ningún momento, que habiendo él tomado la Cruz,
todos quedásemos liberados de coger la nuestra; crucificarse significa
realizar cada uno de nosotros un esfuerzo humano, aceptando este
compromiso como algo personal e intransferible.
Asumir
la Cruz, es asumir el papel que nos corresponde interpretar a cada uno,
es asumir "Nuestra Propia Vida" pero con Alegria. Cuando así sea, todos
nos "crucificaremos" en un acto que nada tiene de CRUENTO, sino de
TRIUNFO.
Aquel que logra crucificarse, es el que ha llegado a la meta, es el Triunfador, cerrando de esta forma un ciclo:
EL TRIUNFO DEL AMOR
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