martes, 26 de junio de 2012

Jerez de los Caballeros – Exuberancia barroca

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Situada en las tierras bajas pacenses, esta ciudad atesora el encanto de la extremadura más abierta. Es cuna de conquistadores, y la tradición y la monumentalidad cimentan su belleza.
Dar nuevos mundos al mundo fue uno de los empeños que impulsaron a los navegantes españoles y portugueses a lanzarse a la locura de buscarle caminos al mar en los siglos XV y XVI. Los lusitanos eligieron para iniciar sus expediciones el remate más meridional del territorio algarveño, cerca de Sagres. Y los españoles no zarparían lejos de allí: a las costas onubenses arribaron muchos extremeños, hombres muy de tierra adentro, de rostro enjuto y porte elegante, que pronto escribieron algunas de las historias más notables y atroces de la conquista.
Uno de ellos nació aquí, en Jerez de los Caballeros, y se le recuerda, a mayor honra, por ser el descubridor del Océano Pacífico. Su nombre, Vasco Núñez de Balboa. Su truculenta historia de intrigas y alianzas, que acabó en ejecución por mandato real, no viene al caso pero recuerda que fue la necesidad, y no la llamada del piélago, la que empujó a la mayoría en la aventura ultramarina. La misma penuria que siglos después arrojaría a sus paisanos hacia Cuba y las Filipinas. Y luego hacia Alemania. O hacia Barcelona y Madrid.
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CASTILLO TEMPLARIO
Las piedras, su mensaje obstinado y frío, confirman que los romanos anduvieron, y mucho, por la zona. Desde siempre las abuelas han corrido la leyenda de una especie de El Dorado, en versión extremeña, perdido por estas dehesas, y los niños recuerdan haberse enzarzado en estériles batallas con alguna espada de noble origen encontrada debajo del olivo familiar. El actual Jerez de los Caballeros fue en sus orígenes, una vez vencida la resistencia de Viriato por los romanos, la Fama Iulia de esa época, y tanto la villa del Pomar como sus mosaicos y otros vestigios así lo desvelan.

Luego los árabes, que allí tomaron posada durante cerca de cinco siglos, levantaron un alcázar, abrieron arcos, trazaron calles, impartieron cultura y guerrearon entre ellos hasta que Alfonso IX, en el año 1230, la ganó para la causa cristiana y se la entregó en custodia a la orden del Temple, otorgándole fueros. A aquellos caballeros templarios debe, aparte de su apellido, el...

domingo, 24 de junio de 2012

Los libros secretos de la Orden del Temple


“Los templarios, además de guerreros, eran hombres religiosos y cultos. Como tales, poseían bibliotecas, con sus scriptoriums, al estilo de cualquier monasterio, conteniendo toda clase de manuscritos, adquiridos o de elaboración propia. Poca cosa, sin embargo, es lo que nos ha quedado de las bibliotecas templarias. ”

“La Inquisición entró a saco en ellas durante el proceso de disolución. Los libros poco ortodoxos ardieron en las piras junto a muchos de sus dueños, aunque es posible que algún volumen fuese a parar a los depósitos secretos del Vaticano. A partir de 1312, cuando finalizó el reparto de los bienes templarios, los volúmenes que consiguieron pasar por el ojo de la aguja inquisitorial entraron a formar parte del patrimonio eclesiástico, de otras órdenes, de la Corona o de algunos nobles, y su memoria se esfumó. ”

“Aunque no del todo. El pueblo llano había reconocido, siquiera instintivamente, el valor del legado cultural templario, y quiso que, junto a los tesoros puramente materiales, se conservara el recuerdo de otros de índole intelectual, quizá menos atractivos para el hombre iletrado carente de los conocimientos necesarios para disfrutar de tal legado en caso de hallarlo, pero no por ello menos interesante, puesto que representan instrumentos de poder, ya que están referidos no al orden material del oro, sino al espiritual, que puede proporcionar acceso a esferas de trascendencia. ”
Hay una tradición muy significativa respecto a los libros templarios heterodoxos, puesto que es contemporánea de la extinción de la Orden y nos pone tras la pista de sus libros prohibidos como algo que pudo tener existencia real.
 El 13 de abril de 1310, los comisarios pontificios que instruían el proceso contra el Temple en Francia recogieron el testimonio del notario Raúl de Prael, quien declaró que el comendador templario de Laon le había dicho lo siguiente:
“Existe un pequeño compendio de estatutos de la Orden que de buen grado enseñaría, pero hay otro más secreto que no mostraría por nada del mundo”. 

Es curioso que catorce días más tarde, el 27 de abril de 1310, los nuncios de la Santa Sede que estaban instruyendo el proceso contra el Temple en el reino de Castilla, escuchasen a un testigo declarar haber oído decir que, “al visitar ciertos franciscanos al Maestre del Temple, frey Rodrigo Yáñez, en Villalpando (Zamora), lo encontraron leyendo un pequeño libro y, al verlos, se apresuró a guardarlo en una arquilla.
Al preguntarle qué libro guardaba con tantas precauciones, el Maestre contestó que si éste llegaba a determinadas manos podría acarrear grandes daños a su Orden”.
Para los historiadores “académicamente puros”, el misterio parece resolverse imaginando que el volumen era la Regla latina, de todos conocida, concedida por el Concilio de Troyes en 1129, por la que se guiaba el Temple en aspectos generales; y el volumen secreto consistía en los Retrais, o “Estatutos Jerárquicos”, las “reglas de régimen interno” que, hacia 1165, habían establecido los propios templarios para el gobierno práctico de su vida diaria y que estaba únicamente en poder de los mandos superiores.

No obstante, incluso aceptando esta explicación, constatamos ya una “voluntad de secreto” en la Orden respecto a sus libros. ¿Existe algo más detrás de dicha actitud?
Aunque, en una búsqueda superficial, no encontramos entre los caballeros más que el tipo de escritores corrientes de su época: traductores, biógrafos, predicadores, poetas, legisladores, moralistas e historiadores, no todo es tan simple. En la Edad Media, los escritores ocultistas, cabalistas o esoteristas, eran algo común y corriente, tanto en las "Cortes de amor" de los nobles, como en los scriptoriums de los monasterios. Y si los templarios eran en todos los aspectos hombres de su tiempo, ¿acaso iban a ser diferentes en esta faceta?
Las bibliotecas de la Orden estaban entre las mejores de la Edad Media, rivalizando con las de los monasterios benedictinos y cistercienses. En las principales encomiendas templarias de cada país existían centros donde se acumulaba el saber del momento y de la antigüedad, de Oriente y de Occidente. Muchos de los ellos tenían anejo un scriptorium, donde se creaban sus obras y copiaban las ajenas; sabemos que requisaban los manuscritos de cada ciudad árabe conquistada y se apresuraban a traducirlos al latín. 

Conocemos las bibliotecas que hubo en las encomiendas templarias de los castillos de Monzón (Huesca) y Miravet (Tarragona), junto con la de la Catedral Templaria de Villasirga (Palencia) donde existía un scriptorium que copió las Cantigas de Santa María, de Alfonso X, y produjo cantorales como el Pueri Templi para los niños del coro templario fundado por el rey Sabio.
 Otras bibliotecas y scriptoriums famosos estuvieron en las casas templarias de París, del New Temple en Londres y de Jerusalén.

De ellos salieron traducciones del latín a la lengua vulgar, tanto de la Biblia como de la Regla del Temple. Copias de los Comentarios del Apocalipsis, del Beato. Crónicas históricas de las Cruzadas o Memorias de los Maestres. Santorales, como el Obituario del Temple de Reims.
 Documentos jurídicos como el Fuero del Baylío de Jerez de los Caballeros, o las Consuetudes, de Horta. Y poemas satíricos, La Biblia, críticos, Ira et Dolor, o elegiacos, Anónimo del Viernes Trece. 

Pero también otras obras menos ortodoxas. Las primeras pistas aparecen en...

martes, 19 de junio de 2012

IX FESTIVAL TEMPLARIO EN JEREZ DE LOS CABALLEROS




Corrían los años 1230/1240, Alfonso IX de León ordena a la Orden de los Caballeros del Temple, orden clerical y guerrera, la toma a los árabes de la plaza de Jerez y su custodia posterior. Comenzaba un siglo de esplendor templario en la ciudad.
La Orden del Temple, creada en Jerusalén por nueve caballeros franceses, fue aprobada en el año 1128 con el fin primordial de proteger a los peregrinos y de combatir al Islam tanto en Tierra Santa como en España. Con el tiempo, los monjes templarios fueron atesorando importantes fortunas y privilegios, hechos que provocaron innumerables celos en nobles y monarcas europeos.
El Concilio de Viennes, convocado por el Papa Clemente V bajo la presión del rey francés Felipe El Hermoso, los excomulga en 1311 siendo acusados de prácticas de herejía, pero en el fondo, envidiados por su poder manifiesto.
Había comenzado su exterminio y desaparición.
En la Península Ibérica la fidelidad de los Caballeros hacia la Corona, que había reclamado su apoyo en las tareas de la Reconquista, provocó que las resoluciones del Concilio fueran desoídas, tal vez intencionadamente. Mas los mismos celos nobiliarios y clericales que habían surgido en Europa no tardaron en llegar a nuestro país y fueron cayendo, una tras otra, todas sus posesiones. Alfonso XI de León, en torno a 1327, acaba con el último dominio templario. Caía un Jerez próspero y fértil, la Capital del Bayliato del Temple, el bastión postrero de la Orden en nuestro país.
Esta es la histórica que queremos contarles, un siglo templario en Jerez de los Caballeros.
Para ello, el pueblo de Jerez, se transporta a otra época; época de mendigos, soldados, clérigos, mercaderes, Caballeros Templarios, pícaros, titiriteros y saltimbanquis, cetreros, músicos callejeros, y un sinfín de personajes que recrean el pasado medieval de nuestra Ciudad.
Durante unos días, en el entorno de lo que fue la Fortaleza Templaria, se celebran pasacalles, mercados, comidas medievales.se encontrará con jaimas, teterías, tatuadotes, danzarinas. todo ello disfrutando además de unos escenarios naturales que ofrece la propia Ciudad ; una Ciudad monumental, declarada Conjunto Histórico Artístico en 1966 en honor a sus cuatro parroquias, sus torres de traza barroca y neoclásica, sus ermitas, conventos, casas solariegas y palacios y sus estrechas y empinadas calles que, conforman el escenario en el que se desarrolla este evento cultural y festivo al que le invitamos

VII FESTIVAL TEMPLARIO EN JEREZ DE LOS CABALLEROS (BADAJOZ)


HISTORIA DE LA ORDEN DEL TEMPLE

La Orden del Temple se caracteriza íntimamente con las Cruzadas. Nace como consecuencia de la Primera Cruzada y muere poco después de que se hiciera inviable el último proyecto de ellas, (la alianza entre cristianos y mongoles nestorianos), al comenzar el siglo XIV. Las Cruzadas y el Reino Franco así como la Orden del Temple, perdurarían por tanto, casi exactamente dos siglos, desde finales del siglo XI a principios del XIV.

EL ORIGEN DE LA ORDEN DEL TEMPLE
     "Un Caballero de Cristo es un cruzado en todo momento, a hallarse entregado a una doble pelea: frente a las tentaciones de la carne y la sangre, a la vez que ante las fuerzas espirituales del Cielo. Avanza sin temor, no descuidando lo que pueda suceder a su derecha o a su izquierda, con el pecho cubierto con la cota de malla y el alma bien equipada con la fe. Al contar con estas dos protecciones, no teme a hombres ni a demonio alguno".
     Corría el año del Señor 1.118 los cruzados occidentales gobiernan Jerusalén bajo el mandato del rey Balduino II. Es primavera y nueve caballeros, con Hugues de Payns a la cabeza, y a similitud de los ya existentes Caballeros del Santo Sepulcro, fundan una nueva orden de caballería, con el beneplácito del rey de la ciudad. Han nacido los Templarios.

    El primer Maestre (que no Gran Maestre, como erróneamente se le suele llamar), Hugues de Payns nació en un noble caserío cercano a Troyes hacia el año 1.080 con una sólida educación cristiana y un hábil manejo de las armas, sintió desde muy joven la dualidad vocacional de monje y soldado. Probablemente se alistó en la Primera Cruzada antes de cumplir los veinte años, enrolado en las tropas del conde Hugues de Vermandois, hermano de Felipe I rey de Francia. Es durante esta cruzada de desbordante fe, cuando el joven Hugues se da cuenta que es posible unir sus dos vocaciones con la creación de una nueva orden de carácter religioso-militar, la primera de estas características, destinada al servicio en Tierra Santa. En medio de aquella vorágine de ejércitos cristianos no tardó en encontrar a otros ocho caballeros que participasen de su ideal y concepción de la vida.

LOS NUEVE FUNDADORES DE LA ORDEN DEL TEMPLE
     Es significativo resaltar la donación por el rey Balduino II de Jerusalén, de la mezquita de Al-Aqsa en el Monte del Templo como sede de la nueva orden, de ahí su denominación. Es necesario indicar que en la época, se identificaba dicha mezquita con el emplazamiento exacto del Templo de Salomón, hoy sabemos que era mucho mayor y la mezquita solo ocupaba el atrio del templo, y por ello no es fácilmente explicable como a una recién fundada "policía de caminos", pues esa era la principal función de los Templarios en sus comienzos, se le fuera donado  tan semejante emplazamiento, donde cabrían sobradamente varios miles de caballeros, teniendo que eran solo nueve hombres más los sirvientes y escuderos que pudiesen tener.

     Un hecho que también contiene un cierto halo de misterio, es el hecho de que estos primeros...