Situada en las tierras bajas pacenses, esta ciudad atesora el encanto de la extremadura más abierta. Es cuna de conquistadores, y la tradición y la monumentalidad cimentan su belleza.
Dar nuevos mundos al mundo fue uno de los empeños que impulsaron a los navegantes españoles y portugueses a lanzarse a la locura de buscarle caminos al mar en los siglos XV y XVI. Los lusitanos eligieron para iniciar sus expediciones el remate más meridional del territorio algarveño, cerca de Sagres. Y los españoles no zarparían lejos de allí: a las costas onubenses arribaron muchos extremeños, hombres muy de tierra adentro, de rostro enjuto y porte elegante, que pronto escribieron algunas de las historias más notables y atroces de la conquista.
Uno de ellos nació aquí, en Jerez de los Caballeros, y se le recuerda, a mayor honra, por ser el descubridor del Océano Pacífico. Su nombre, Vasco Núñez de Balboa. Su truculenta historia de intrigas y alianzas, que acabó en ejecución por mandato real, no viene al caso pero recuerda que fue la necesidad, y no la llamada del piélago, la que empujó a la mayoría en la aventura ultramarina. La misma penuria que siglos después arrojaría a sus paisanos hacia Cuba y las Filipinas. Y luego hacia Alemania. O hacia Barcelona y Madrid.
CASTILLO TEMPLARIO
Las piedras, su mensaje obstinado y frío, confirman que los romanos anduvieron, y mucho, por la zona. Desde siempre las abuelas han corrido la leyenda de una especie de El Dorado, en versión extremeña, perdido por estas dehesas, y los niños recuerdan haberse enzarzado en estériles batallas con alguna espada de noble origen encontrada debajo del olivo familiar. El actual Jerez de los Caballeros fue en sus orígenes, una vez vencida la resistencia de Viriato por los romanos, la Fama Iulia de esa época, y tanto la villa del Pomar como sus mosaicos y otros vestigios así lo desvelan.
Luego los árabes, que allí tomaron posada durante cerca de cinco siglos, levantaron un alcázar, abrieron arcos, trazaron calles, impartieron cultura y guerrearon entre ellos hasta que Alfonso IX, en el año 1230, la ganó para la causa cristiana y se la entregó en custodia a la orden del Temple, otorgándole fueros. A aquellos caballeros templarios debe, aparte de su apellido, el...
reforzamiento de la muralla, la fortaleza edificada sobre el alcázar musulmán y, sobre todo, su porte señorial.
Hay un parque de la Morería que sostiene, como lo hacen las cimbras y el intrincado callejero de algunas zonas, la herencia árabe. Hay, también, una Torre Sangrienta donde cuenta la tradición oral que fueron degollados los templarios que se opusieron a la disolución ordenada por Clemente V. Y hay, sobre todo, un alarde de cimborrios y torres erguido sobre la cal y los tejados que resulta abrumador. Tanto los templos como los palacios y los conventos crecieron, fruto de remodelaciones o ampliaciones, durante la época barroca, hasta bien entrado el siglo XVIII.
JOYAS ARTÍSTICAS
La fuerte influencia que tradicionalmente ha ejercido Sevilla, hoy extendida a la formación universitaria y el turismo, se manifiesta en el barroco de sus edificios religiosos más emblemáticos, entre ellos, las iglesias de San Miguel y la de San Bartolomé, cuya fachada es un derroche de filigranas y luminoso ornamento en barro vidriado. O la de Santa María.
En cuanto a los conventos, aunque llegó a tener hasta nueve, ya sólo quedan un puñado de ellos: el de Nuestra Señora de Gracia, que destaca por su portada ojival; o el de San Agustín, en la actualidad transmutado en oficina de información turística. Si en Jerez de los Caballeros encuentra las cancelas abiertas no desconfíe, es señal de hospitalidad, que en esta tierra aún se da. Y mucha.
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NO OLVIDE
La Semana Santa jerezana es tradición y fervor. Los pasos recorren sus angostas calles desde el domingo de Ramos al de Resurrección. Es el momento ideal para escuchar saetas en una tierra de gran tradición flamenca.
Está en el territorio del cerdo ibérico: al jamón y al lomo, únale la caldereta de cordero, las empanadillas de almendra molida, el “hornazo”, las “perrunillas”, las “bollas de leche” y los “piñonates”. Podrá degustarlos en El Capi (924 731 200), La Cazuela (924 731 636) o el Balboa (924 750 711).
Hay sólo dos hoteles en Jerez: el Oasis (924 731 244) y Los Templarios (924 731 636). Si prefiere el alojamiento rural, la Finca Pallarés (924 422 048), en Táliga, o la Hospedería Convento La Parra (924 682 692).
Zafra, Fregenal de la Sierra, Burguillos del Cerro, Monesterio o Llerena, localidades que se encuentran cerca y están llenas de interesantes conjuntos monumentales y castillos.
por Pepo Paz Saz in elmundo.es
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