lunes, 13 de enero de 2014

Jerez de los Caballeros - Badajoz

Aunque habitado desde antiguo, fueron los caballeros de la Orden del Temple los que levantaron en un alto, sobre una antigua fortaleza árabe, un importante entramado de murallas y torreones. Así, con el tiempo, la vieja Xerisa pasaría a llamarse Jerez de los Caballeros. Hoy día se conservan gran parte de las defensas construidas por los templarios aunque las casas adosadas a ellas impiden ver el conjunto en su totalidad.

Precisamente, en uno de los torreones de la fortaleza, conocido como la Torre Sangrienta, fueron acorralados y ajusticiados los últimos caballeros templarios, poniéndose fin de esta manera a esta enigmática orden religiosa-militar, de la que últimamente se han escrito tantas novelas y libros de Historia.
La Torre Sangrienta.
Además, dentro de esas murallas, Jerez de los Caballeros guarda interesantes rincones, bonitas iglesias, casonas señoriales, empinados callejones y cuidadas casitas blancas... Por ello, desde 1966 está considerado Conjunto Histórico Artístico. Nosotros, además, tuvimos la suerte de que hicieran de guía nuestros amigos Juan Carlos y Charo (a los debíamos una visita) y que nos enseñaran, orgullosos, los recovecos de la población y sus empedradas calles, las diversas curiosidades y anécdotas que guarda cada rincón... y sus iglesias barrocas.

 

La verdad es que, aunque había leído algo y había visto fotos sobre las iglesias barrocas de Jerez, quedamos gratamente sorprendidos ya que no imaginábamos encontrar estas monumentales y recargadas iglesias, que tanto recuerdan a las del oeste andaluz. (Sevilla, Ecija, Carmona, Utrera...) Curiosamente, fue el famoso terremoto de Lisboa de 1755 el que provocó la construcción de numerosas iglesias y torres. En aquellos años, el influjo del Barroco sevillano era enorme (ladrillo visto, cerámica, varios cuerpos de campanas..) y la mayoría de las iglesias que se levantaron tras la catástrofe, tuvieron como modelo el cuerpo más alto de la Giralda de Sevilla. (José María Torres Pérez. Las torres de Jerez de los Caballeros. 1988.)

 

Iglesia de San Bartolomé.
Iglesia de San Bartolomé.
Iglesia de San Bartolomé.
Sin embargo, al abate Antonio Ponz, (del cual he transcrito en varias ocasiones algunos párrafos de su Viage a España, confeccionado a partir de 1772) estas iglesias les parecieron más bien ridículas. Está claro que el espíritu de la Ilustración había calado en el abate, que demandaba que el dinero se empleara en mejorar las vías de comunicación en lugar de construir tan...
recargados templos... Extremadura, al igual que grandes zonas del resto de España, contaba por entonces con una reducida población y con extensas manchas de tierra de las que no se obtenía utilidad alguna. Jerez no era una excepción porque tenía un término fecundísimo, más de doscientas dehesas, casi todas de señores establecidos en otras partes, pero muy pocas tierras de labor. Ademásel término de Jerez contaba con sesenta y nueve fuentes. Ese desaprovechamiento provocaba las quejas de Ponz, y le hizo exclamar; ¡quantos pueblos podría haber y quantos más vasallos podría tener el Rey, si hubiera verdaderas ideas de población!

Xerez de los Caballeros, escribió Antonio Ponz, tiene quatro parroquias, seis conventos de Monjas y dos de Frayles. El sitio que ocupa la ciudad es muy desigual. (...) Antiguamente cercaba a la ciudad una muralla muy fuerte, pero se va destruyendo. (...) LLamose esta ciudad de los Caballeros por haberla dado S. Fernando III a los Caballeros Templarios en recompensa de algunos servicios...
Iglesia de San Miguel.
Iglesia de San Miguel.
Iglesia de San Miguel.
Años después, en 1927, Luis Bello permaneció por unos días en la ciudad de los templarios y así lo narró en su libro Viaje a las Escuelas de España, del que también os he hablado varias veces. Pero, en contra de la opinión de Ponz, al abogado y periodista le agradó la población, afirmando que el viajero se quedará maravillado ante la torre de San Miguel o ante la extraordinaria fábrica del templo de San Bartolomé. En ellas, Bello quiso ver un aire colonial, con una sugerente proyección hacia la historia de nuestro glorioso pasado.
Cuando recaló en Jerez, al igual que al final del siglo XVIII,  la mayoría de las tierras pertenecían a señores de ilustres apellidos, hacendados forasteros, que residían fuera de la ciudad. Sus palacios y casas solariegas, cuenta Luis Bello, eran habitadas por intrusos, y las murallas nada defendían... 
Las murallas y, al fondo, la iglesia de Santa María de la Encarnación.
Estos son los altibajos de la Historia. Palacios y murallas que primero se levantan y después se dejan caer... Afortunadamente, en Jerez de los Caballeros todavía quedan muchos de estos edificio en pie. Por eso, merece la pena acercarse hasta allí para perderse por sus calles de casas blancas...

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